Táriba es un pueblo mariano.
Toda una historia que se escribe desde mediados del año 1600 cuando se construye una ermita para la veneración de la Virgen de la Consolación, quien es la patrona del estado Táchira. Una imagen sobre una tabla de madera, llevada desde San Cristóbal a esta comunidad de los andes venezolanos por los padres Agustinos, los primeros que llegan a estas tierras luego de la fundación de San Cristóbal, el 31 de marzo de 1561. Vienen llenos de fe, de creencias, de amor a la madre de Dios y la llevan para evangelizar a los indígenas, según los postulados de la orden religiosa.
Esa ermita hoy día se ha transformado en una Basílica, la más importante de las tres que existen en el estado Táchira: otra en La Grita y la tercera en San Antonio, municipios Jáuregui y Bolívar. En agosto, tiempo de la fiesta patronal de la Virgen, los peregrinos vienen de todos lados del país a pagar promesas, agradecer por favores recibidos, rezar oraciones, pedir milagros o simplemente contemplarla en su altar, donde no faltan las flores.
Los historiadores y cronistas recuerdan que estas fiestas patronales es la feria más antigua de Venezuela, donde el principal aspecto y el más importante es todo lo relacionado con el tema religioso, en medio de una ciudad que festeja sus 477 años de ser parte de la historia en Venezuela.
La imagen recorrió varios sectores del municipio Cárdenas.
Este año, la imagen de la Virgen de la Consolación recorrió nuevamente las calles y carreras del casco central de Táriba, municipio Cárdenas. Una actividad religiosa, propia del mes de agosto, que según varios vecinos, no se realizaba desde hace 15 años. Es una actividad propia del pueblo, que invita a la celebración de su fiesta, el día central, 15 de agosto.
La recuerdan como una iniciativa del sacerdote Pedro Fortoul, quien es taribero y devoto de la patrona de los tachirenses. El consideró que la imagen debe ir a las comunidades, recorrer parte de su pueblo, con su pueblo, caminar con quienes son sus devotos.
Leonardo Guerrero Pérez, con la imagen sagrada de la Virgen de la Consolación.
Leonardo Guerrero Pérez, directivo del Club Juvenil Táriba y vecino de la comunidad, devoto de la Virgen, resumió que la procesión salió de la Basílica el domingo 12 de agosto pasado y recorrió las comunidades de base, donde vecinos y visitantes rindieron homenaje con mariachi, cantos, plegarias y muchas oraciones. Para quienes participaron vivieron una fiesta, donde muchos frentes de viviendas y locales comerciales fueron decorados con banderas, ramos de flores de hermosos colores y la imagen religiosa. Los altares son muy característicos en estas actividades.
La banda de la iglesia anunciaba con su ritmo musical el recorrido a todos los vecinos, luego siguieron representantes e integrantes de varias cofradías, un grupo de niñas y adolescentes que llevaron banderas con los colores de la Virgen, para dar paso a la imagen que en su carruaje resaltaba en medio de las flores que la adornaban.
Caminaron en primer lugar hasta la iglesia María Reina de todos los santos, en el barrio Santa Eduviges donde se celebró la eucaristía. La segunda parada de su recorrido fue en iglesia San Juan Bosco. Allí hubo plegarias, cantos, oraciones. Mucha alegría de los asistentes, quienes reafirmaron su fe ante la imagen que celebra 424 años de tradición religiosa en este rincón de los andes venezolanos. La tercera fase de la procesión fue regresar a la Basílica.
Hubo apoyo de los integrantes de las diversas cofradías de la Basílica como: Nuestra Señora de Los Dolores, Corazón Ardiente, Santo Sepulcro, Santa Cruz, así como el pueblo devoto, grupos de seguridad y Protección Civil, seminaristas, las bandas de la Basílica y del seminario, a los integrantes y exintegrantes del Club Juvenil Táriba que iban acompañando a Nuestra Señora de la Consolación por su querida Táriba.
Grupo de niñas de la Cofradía de La Esperanza, de la Basílica de Táriba.
“Muy emotiva la iniciativa para poder tener cerca de su pueblo a la imagen para renovar la devoción y fe. Se agradece al sacerdote Borelli Arellano por el apoyo prestado y comprometerlo para que se siga realizando todos los años”, dijo Guerrero Pérez.
La historia resume que los padres Agustinos se instalaron muy cerca de la catedral de San Cristóbal, en los espacios donde hoy día está el Museo de Artes Visuales y del Espacio, Mavet. Ellos traen la imagen de la Virgen de la Consolación desde España.
Es una tabla pequeña donde se ve a una mujer con un niño en sus brazos en medio de hermoso trajes y detalles religiosos de la época, llevada a Táriba por dos misioneros, entre ellos el fraile Gabriel de Saona.
Con el paso de los años la imagen desaparece y la tabla es guardada en un almacén. A mediados de 1600, el 15 de agosto, en medio de destellos de luz, el retablo de madera cobra vida, luego que varios jóvenes trataron de partirlo para usarlo como raqueta en un juego de la época. La Virgen se luce ante los ojos de los hombres y mujeres que siguen la luz que hoy los cubre con su manto. Es la fe y creencia en la madre de Dios en los últimos 424 años.
Periodista: Enrique Raúl Vivas Pino
CNP: 15.730