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Hoy se celebra a San Vicente Ferrer, quien nos invita a anunciar a Cristo

Cada 5 de abril, la Iglesia Católica celebra a San Vicente Ferrer, presbítero, miembro de la Orden de Predicadores, maestro de teología y filosofía, predicador del Evangelio.

“Si quieres ser útil a las almas de tus prójimos, recurre primero a Dios de todo corazón y pídele con sencillez que te conceda esa caridad”, decía San Vicente, y fue eso lo que puso en práctica. Recorrió un extenso territorio entre España, Francia e Italia, logrando muchas conversiones; trabajó por preservar la unidad de la Iglesia defendiendo la fe verdadera, así como por la reforma de las costumbres.

En la persona de Cristo

San Vicente Ferrer nació en Valencia (España) en el año 1350. Inició sus estudios en una de las escuelas de su ciudad natal. En febrero de 1367 tomó el hábito dominico. Luego, pasaría a ampliar sus estudios en Lérida, Barcelona y Toulouse. En Lérida, se convirtió en maestro de Lógica y teología a sus cortos 21 años.

Estando de diácono fue enviado a predicar a Barcelona. Allí había una terrible hambruna y se esperaba con ansias extremas la llegada de los barcos de alimentos, pero estos no aparecían. Cuenta la historia que Vicente viendo la angustia de la gente anunció desde el púlpito que los barcos llegarían esa misma noche. El gesto no fue del agrado de su superior quien lo reprendió por andar con “profecías”, entusiasmando a la gente. Para sorpresa de todos, lo que dijo Vicente se cumplió y esa misma noche arribaron los barcos. A la mañana siguiente la gente del pueblo se presentó a la puerta del convento para ovacionar al diácono que les había devuelto la fe en Dios.

Ante una Iglesia partida por el cisma

San Vicente Ferrer tuvo una participación importante en la recuperación de la unidad de la Iglesia, tras el problema suscitado por el papado de Avignon (Francia). Vió, de joven cómo la sede del gobierno de la Iglesia regresaba a Roma después de más de 70 años, pero también fue testigo de las trifulcas que se produjeron tras la elección de Urbano VI que reavivó la tensión entre Avignon y Roma y que desencadenó el llamado Cisma de Occidente; es decir, que la Iglesia tenga dos y hasta tres cabezas simultáneamente. Fue el periodo de los antipapas. A pesar de haber apoyado inicialmente al Papa de Avignon, Clemente VII, comenzó a ver con recelo a la curia francesa e intercedió para que el rey Fernando de Aragón no reconociese más a la sede de Avignon y trabajé por la unidad de la Iglesia. En medio de todo este largo y complejo proceso, que el santo acusaba de tremendamente doloroso para su alma, Vicente intentó cuanto pudo para mantenerse al margen y vivir de lleno como un dominico más, sin embargo su prestigio moral lo obligó a intervenir. Providencialmente, sus esfuerzos encaminaron a la corona a que coopere con la unidad, logrando que esta retire su apoyo a la sede francesa y favoreciendo después la elección del Papa Martin V en 1417, con lo que el cisma se dio por concluído.

Trabajando por la unidad

San Vicente Ferrer combatió con empeño la división de la Iglesia. Lo hizo, es cierto, poniendo a disposición de Dios sus buenos oficios, dado que era un hombre influyente, pero principalmente lo hizo a través de la predicación. La noche del 3 de octubre de 1394, Vicente tuvo una visión en la que se le apareció Nuestro Señor Jesucristo, al lado de San Francisco y Santo Domingo de Guzmán. El Señor le pidió que salga a predicar por las ciudades, pueblos y el campo. Eran días en los que el santo sufría de unas fiebres que le causaron mucho dolor y que le hicieron pensar que se moría. Al día siguiente, Vicente estaba recuperado y decidido a emprender el gran periplo evangelizador de su vida. Serían en total 30 años los que andaría por la Europa occidental a pie, el norte de España, el sur de Francia, el norte de Italia y Suiza, predicando incansablemente, con enormes frutos espirituales. Entre los muchos convertidos abundaron los judíos y moros -se dice que un total de 10 mil solo en España-.

Por otro lado, sabemos que la Iglesia se fortalece por sus santos; ella crece si se vuelca en la caridad, en el servicio a los necesitados. En ese sentido, cabe mencionar una de las obras más interesantes del insigne predicador: la creación del orfanato de Valencia. A San Vicente Ferrer se le atribuye la fundación del primer orfanato de la historia en el año 1410, institución que sigue funcionando hasta hoy.

Siempre en las postrimerías

Este gran predicador es personaje conocido en la historia de las letras debido a su prolijidad en la redacción de sermones. Durante los años de peregrinaje apostólico siempre se dio tiempo para preparar sus homilías y enfocarlas en la reforma de la conducta moral. Su celo por las almas, alimentado por su trato cercano con Cristo, lo llevaron a convertirse en una suerte de predicador del fin del mundo; de hecho, muchos lo llamaban ‘el ángel del fin del mundo’. Y en esa prédica poderosa sobre la muerte, el infierno y la gloria, en la que llamaba a la conversión, Vicente Ferrer sorprendía con un don extraordinario: quienes lo escucharon durante sus viajes lo hicieron en su propia lengua, a pesar de que el buen dominico solo hablaba su natal ‘valenciano’. Los numerosísimos testimonios que se recogieron para su causa dan fe de ello.

San Vicente Ferrer partió a la Casa del Padre el 5 de abril de 1419 en Vannes (Francia). Al verse enfermo, intentó regresar a su querida Valencia, pero no pudo. Sin embargo, envió una carta de despedida que es motivo de orgullo para todo valenciano y para cualquiera de sus devotos. Hoy, San Vicente, es patrono de la ciudad española.

El santo fue canonizado por el Papa Calixto III en 1455.

5 remedios de San Vicente Ferrer para ser “inmune” a las tentaciones del demonio

El 5 de mayo la Orden de Predicadores conmemora a San Vicente Ferrer, quien convirtió a incrédulos, judíos y musulmanes. Este extraordinario santo, que logró acabar con un terrible escándalo papal, dejó escrito 5 “remedios” para ser “inmune” a las tentaciones del demonio.

Es preciso indicar que la fiesta universal de San Vicente Ferrer es el 5 de abril, que suele “coincidir de manera habitual en tiempo de Cuaresma” y por ello los dominicos lo celebran cada 5 de mayo.

En el libro Vidas de los Santos, se describe que San Vicente Ferrer (aprox. 1350-1419), siendo religioso, sufrió terribles tentaciones. Era “extraordinariamente bien parecido”, lo que hizo que varias mujeres los buscaran, pero como él no les hacía caso lo calumniaron. 

Por otro lado, vivió en una época en que la Iglesia se encontraba confundida con la aparición de “tres Papas”. Él fue consejero de uno de ellos, pero lo dejó y al ver que éste no quería la unidad ni que las cosas se arreglaran, aconsejó que se le desobedezca. Dos Papas fueron depuestos, el tercero renunció y los cardenales pudieron finalmente elegir a un sucesor.

¿Cómo combatir las tentaciones?

El sitio web de los Dominicos señala que San Vicente Ferrer fue “Maestro de vida espiritual”, siendo una de sus obras más sobresalientes su Tratado de la vida espiritual

En este libro, el santo plantea “remedios contra algunas tentaciones espirituales que en este tiempo abundan en la tierra, para probar y combatir la soberbia”.

San Vicente empieza señalando cómo y porqué se dan estas tentaciones. Primero “llegan por sugestión e ilusión del diablo”, quien engaña a las personas en la forma de seguir a Dios. Luego denuncia que también se producen por “la corrupta doctrina de algunos” y el antitestimonio de quienes han caído.

En el primer remedio para “ser inmune a tales tentaciones”, San Vicente precisa que no se debe andar deseando en la oración, contemplación u obras de perfección, las visiones, revelaciones y sentimientos espirituales de los secretos de Dios. Advierte que estos llegan sólo “al alma que está llena de gran humildad, de gran temor y reverencia de Dios”.

Como segundo remedio indica tener “cuidado de no aceptar en tu oración y contemplación consuelo alguno, a no ser aquel que viene del perfecto conocimiento y sentimiento profundo de tu humildad e imperfección”, porque sino se podría caer en la ambición del honor propio, creyéndose que se es digno “de la gloria y alabanza de esta vida, o del paraíso”.

El tercer remedio es rechazar “con horror” todo sentimiento o visión supuestamente especial que pueda llevar a la duda o crear una opinión en contra de las verdades de fe, las buenas costumbres, la humildad y honestidad.

Como cuarto remedio, San Vicente Ferrer plantea no seguir el ejemplo de personas que pudieran parecer santas y formadas, pero cuyos consejos no van acorde con Dios y la “verdadera discreción” que vivieron Cristo y los santos. 

“No temas pecar por ello de soberbia y presunción, despreciando los consejos de éstos, pues lo haces por celo y amor de la verdad”, precisa.

Como quinto y último remedio está el huir de las malas compañías que impulsan, aceptan y alaban estas tentaciones. 

“El demonio te mostrará y presentará gran señal de perfección en muchas de sus palabras y conducta, que, si lo aceptas, vendrás a caer en los peligros, ruinas y precipicios de sus errores”, concluye San Vicente Ferrer.

Periodista: Enrique Raúl Vivas Pino

CNP: 15.730

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Soy Comunicador Social egresado de la UCSAR Mención Comunicación Organizacional