El expresidente declaró su negativa a participar en el debate de ABC y propuso otro el 4 de septiembre
El primer debate entre candidatos presidenciales en junio acabó precipitando la renuncia a la reelección del presidente Joe Biden, desastroso en aquel programa televisado. Un mes y medio después, y con una nueva candidata, la vicepresidenta Kamala Harris, al frente de de los demócratas, el segundo debate de los pactados entre las campañas acaba de quedar en veremos. El candidato republicano, Donald Trump, declaró “finiquitado” el previsto para el 10 de septiembre en la cadena de televisión ABC y propuso otro el 4 de ese mes en la cadena, Fox News.
La campaña de Harris acusó a Trump de acobardarse y tratar de quitarse de encima la perspectiva de un duelo dialéctico con una rival que, como antigua fiscal general del Estado de California, es experta en presentar sus argumentos ante un público para convencerlo. Ambas partes hacen gala de mantenerse en sus trece y no ceder, acusándose mutuamente de temer demasiado a su contrario.
El expresidente declaró su negativa a participar en el debate de ABC en un mensaje el viernes por la noche en su red social, Truth. Su principal argumento es que cuando dio el visto bueno había aceptado encararse con Biden, no con Harris. También alega que mantiene un litigio por difamación con esa cadena, que considera alineada con los demócratas, aunque ya había presentado esa demanda cuando dio el “sí” original a su participación, en mayo.
El debate que propone ahora en Fox seguiría unas normas similares a las acordadas para el debate del 21 de junio con Biden. Esas reglas limitaban la duración de las respuestas y prohibían que un candidato interrumpiera al otro, entre otras cosas. Pero Trump propone algunas modificaciones: Esta vez, a diferencia de entonces, el careo tendría lugar en un lugar con público. En lugar de Georgia, se celebraría en Pensilvania, el estado que ambas campañas consideran clave para la victoria electoral. El acto estaría moderado por los presentadores de Fox Brett Baier y Martha MacCallum.
La vicepresidenta aseguró este sábado, en un mensaje en la red social X, la antigua Twitter, que planea participar en el debate acordado originalmente. “Es interesante cómo ‘cualquier momento, cualquier lugar’ se convierte en ‘un momento específico, un refugio específico’. Estaré allí el día 10, como él aceptó. Espero verle allí”.
“Donald Trump está espantado e intenta rehuir el debate que ya había aceptado. En su lugar, corre hacia Fox para que venga en su ayuda”, indicó el director de comunicaciones de la campaña, Michael Tyler, en un comunicado. “Tiene que dejarse de juegos y presentarse el 10 de septiembre en el debate que aceptó”, agregó.
Este sábado, Trump reiteraba que solo participará en el debate que él ha propuesto y verá a Harris el 4 de septiembre en Pensilvania “o no la veré en absoluto”. Según insistía en su red social, con un argumento idéntico al de los demócratas, si Harris no acepta sus términos, querrá decir que “tiene miedo de participar”.
Tras el debate de junio, en el que un Biden ofreció contestaciones difíciles de entender o ilógicas, dejó frases sin terminar y pareció quedarse en blanco en ocasiones, el candidato republicano había visto aumentar su ventaja en las encuestas. Esa distancia volvió a crecer tras el atentado que sufrió el 13 de julio en un mitin en Pensilvania.
Mientras tanto, en las filas demócratas aumentaba el clamor para que el veterano presidente, de 81 años, se retirara de la contienda electoral y diera paso a alguien más joven. Desde que Biden aceptó renunciar a la reelección hace dos semanas, las encuestas apuntan a que Harris, de 59 años, ha logrado recortar distancias con Trump, con 78 años convertido ahora en el candidato presidencial más veterano de la historia de Estados Unidos. Ambos se encuentran en empate técnico, según los sondeos.
El cambio en la lista demócrata parece haber encontrado a Trump a contrapie. Si el expresidente parecía haber encontrado la fórmula adecuada para batir a su sucesor, no parece tan cómodo enfrentado a Harris, la primera mujer negra candidata presidencial en Estados Unidos. Ha calificado el relevo de “golpe” dentro del Partido Demócrata. Contra ella ha recurrido a los insultos personales y los apodos denigrantes (una táctica que ya ha empleado en el pasado), más que a criticar sus políticas o su gestión en el pasado. A comienzos de esta semana, en un panel en la convención anual de la Asociación de Periodistas Negros en Chicago, insinuaba que la vicepresidenta, de padre jamaicano y madre india, se había “vuelto negra” por conveniencia política.
Ese mismo día, en un mitin en Atlanta, Harris le desafiaba en público a enfrentarse en el debate. “Como se suele decir, ‘si tienes algo que comentar, dímelo a la cara’”, dijo.
Periodista: Enrique Raúl Vivas Pino
CNP: 15.730