Mariana Enriquez gana el Premio José Donoso y vuelve el taller Cualquier estilo es bueno, menos el aburrido.
sep 25
Antonya Nelson, una autora estadounidense aclamada por la crítica y profesora de escritura creativa, desarrolló un método para guiar a los aspirantes a escritores a través del muchas veces desalentador proceso de crear una historia. Su enfoque, conocido como los “9 pasos de Nelson”, ofrece una estructura clara y práctica que puede ayudar a dar vida a las ideas, incluso para aquellos que recién comienzan su viaje literario.
¿Quién es Antonya Nelson?
Antonya Nelson ha publicado numerosas colecciones de cuentos y novelas. Ha recibido elogios por su prosa elegante, sus personajes memorables y su perspicaz exploración de las complejidades de la vida cotidiana. Su experiencia como escritora y profesora la ha llevado a desarrollar estos 9 pasos, un método que ha compartido con innumerables estudiantes.
Los 9 pasos de Nelson:
1. Juega con diferentes puntos de vista para encontrar el que sea más convincente para tu historia.
2. Incorpora un elemento temporizador para crear suspenso y mantener al lector enganchado.
3. Usa objetos simbólicos en tu historia. Asegúrate de que tengan un valor emocional y sean fundamentales para la trama o el desarrollo del personaje.
4. Coloca a tus personajes en situaciones de transición para agregar profundidad y tensión a la historia.
5. Incluye un evento mundial o una referencia cultural para situar tu historia en la realidad.
6. Introduce fuerzas opuestas en tu historia para crear tensión e impulsar la trama.
7. Considera usar estructuras narrativas clásicas como la Pirámide de Freytag o la estructura de la trama de 7 puntos, pero no te sientas limitado por ellas.
8. Prueba formatos no convencionales y otras técnicas creativas.
9. Experimenta.
¿Quieres aprender a jugar con elementos narrativos para mejorar tus historias?
¿Quieres saber qué tan alto es Lizandro Samuel?
¡Puedes ser uno de los 12 participantes de este taller!
A lo largo de las seis clases se trabajará con cuentos, novelas, perfiles, retratos, crónicas, ensayos, autobiografías, guiones, etc. Por lo tanto este es un taller para interesados en la literatura y en el storytelling.
Pénsum del taller:
Clase 1: Breve introducción sobre el uso de la palabra storytelling y la era de las narrativas.
Clase 2: Diferencias entre convenciones emocionales (géneros) y contextos (ambientes).
Clase 3: Estructura en tres actos.
Clase 4: Partes de una historia.
Clase 5: Las partes de la prosa.
Clase 6: Revisiones generales.
Centro Comercial La Colina, ubicado en Urb. Las Minas, San Antonio de Los Altos 1204 (Miranda, Venezuela). Cada clase tendrá una duración de dos horas, de 5: 00 a 7: 00 pm.
Reserva tu cupo enviando un correo a inscripcionesc.amarillo@gmail.com o llenando este formulario.
Ariadna participó y ahora está publicada en nuestra web.
San Jorge
Por Ariadna Sánchez
Finalmente, revelé unos rollos fotográficos que tomé con la Pentax viejita que me regalaste. Casi todas quedaron desenfocadas y oscuras, porque aún no me reconcilio con las máquinas analógicas. Pero hay una que sí me quedó bien. Es una foto de un restaurancito en El Jarillo. Y es tan nítida que siento que puedo entrar en el sitio, sentarme en la silla de madera y mimbre, ver por la ventana los capin melaos de las colinas y tomarme un chocolate caliente contigo mientras conversamos sobre trivialidades de la vida.
Hace unos días fue tu santo. San Jorge. El mismo santo que me hacía pensar en la colección de caballeros andantes sobre sus destreros y con lanzas que tenías en tu consultorio. Los ponías a pelear contra mis dragones de juguete y recreabas la icónica escena de las estampitas de San Jorge. Tú me decías que lo admirabas mucho porque no era un santo como cualquier otro. Porque no era un monjecito con túnica que cargaba un libro o al Niño Jesús, ni de esos que ponía una mueca en busca de piedad; sino que era un guerrero, un mártir heroico que vencía al mal personificado. Probablemente te gustaba porque tenía toda la pinta de ser peleón como tú. Un santo peleón y mandón. Parece contradictorio, pero tú eras la evidencia de que se podía ser santo y busca pleitos al mismo tiempo.
La figura de San Jorge te gustaba tanto, que recuerdo que para uno de tus cumpleaños agarraste uno de esos caballeros de juguete y lo colocaste sobre la torta. Al caballo se le llenaron las patas de merengue, pero tú te enorgulleciste de la brillante idea de que te cantaran cumpleaños con un caballero andante sobre la torta. Eras bastante creativo con tus ideas de niño, me gustaba que conservaras esa ingenuidad a pesar de tu semblante serio. Esa armadura de San Jorge no te quitaba al niño interior que amaba los carritos de juguete, una Coca Cola bien fría con tu perro caliente, el Flight Simulator de Microsoft y las películas viejas de Pixar.
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San Jorge
por Círculo Amarillo | Jun 15, 2024
Por Ariadna Sánchez
*La imagen de portada de San Jorge es de El Confidencial.
Finalmente, revelé unos rollos fotográficos que tomé con la Pentax viejita que me regalaste. Casi todas quedaron desenfocadas y oscuras, porque aún no me reconcilio con las máquinas analógicas. Pero hay una que sí me quedó bien. Es una foto de un restaurancito en El Jarillo. Y es tan nítida que siento que puedo entrar en el sitio, sentarme en la silla de madera y mimbre, ver por la ventana los capin melaos de las colinas y tomarme un chocolate caliente contigo mientras conversamos sobre trivialidades de la vida.
Hace unos días fue tu santo. San Jorge. El mismo santo que me hacía pensar en la colección de caballeros andantes sobre sus destreros y con lanzas que tenías en tu consultorio. Los ponías a pelear contra mis dragones de juguete y recreabas la icónica escena de las estampitas de San Jorge. Tú me decías que lo admirabas mucho porque no era un santo como cualquier otro. Porque no era un monjecito con túnica que cargaba un libro o al Niño Jesús, ni de esos que ponía una mueca en busca de piedad; sino que era un guerrero, un mártir heroico que vencía al mal personificado. Probablemente te gustaba porque tenía toda la pinta de ser peleón como tú. Un santo peleón y mandón. Parece contradictorio, pero tú eras la evidencia de que se podía ser santo y busca pleitos al mismo tiempo.
La figura de San Jorge te gustaba tanto, que recuerdo que para uno de tus cumpleaños agarraste uno de esos caballeros de juguete y lo colocaste sobre la torta. Al caballo se le llenaron las patas de merengue, pero tú te enorgulleciste de la brillante idea de que te cantaran cumpleaños con un caballero andante sobre la torta. Eras bastante creativo con tus ideas de niño, me gustaba que conservaras esa ingenuidad a pesar de tu semblante serio. Esa armadura de San Jorge no te quitaba al niño interior que amaba los carritos de juguete, una Coca Cola bien fría con tu perro caliente, el Flight Simulator de Microsoft y las películas viejas de Pixar.
También puedo entender porqué te cautivaba tanto ese cuadro de Arturo Michelena. Ese que se llama Vuelvan caras. En el que Páez parece el mismísimo San Jorge criollo aplacando a los soldados españoles con sus estrategias llaneras. Me repetiste la historia de la pintura miles de veces, y siempre me encantó oírla. Especialmente cuando comentabas «probablemente Páez no gritó eso de vuelvan caras, sino que usó una palabra más fea» porque me parecía cómico que me protegieras de groserías que eran mi pan de cada día cuando te topabas con un carro comiéndose la flecha mientras manejabas tu Baby Camry.
Todos esos detalles de tu personalidad son como estampitas de San Jorge que te dan en las iglesias. De esas que guardas en no sé dónde y te parecen poco importantes. Pero entonces cuando las quieres buscar para usarlas de marcalibros o para anotar un teléfono, no las consigues, y te frustras. Incluso te sientes triste o nostálgico. Te preguntas qué hiciste con esa estampita de San Jorge que era tan bonita. Te arrepientes de no haberla apreciado cuando la tenías en el bolsillo. Y como no la tienes a mano, sientes que siempre la necesitaste, que no puedes vivir sin ella. Es solo cuando dejas de buscarla que se multiplica en las gavetas de la mesita de noche, en los cajones de la cocina, en los compartimientos de la billetera o debajo de algún mueble. Cuando ocurre ese milagro, te prometes no volver a perderla y guardarla en un lugar seguro.
Esa foto del restaurancito de El Jarillo la atesoro como mi estampita de San Jorge. Me permite poder estar ahí, contándote que hace unos días fue tu santo. Quisiera poder raspar mis brazos con las miguitas de pan sobre los manteles de lino áspero; jugar con el farolito de hojalata en el centro de la mesa; agarrar tu mano y sentir que en cada dedo late tu corazón; y que vuelvo a escuchar tu voz diciendo que admiras a San Jorge porque no es un santo como cualquier otro.
*San Jorge fue producida en el taller «Cualquier estilo es bueno, menos el aburrido«, de Lizandro Samuel.
*Sin embargo, si tu pasión es la narrativa autobiográfica, si lo que realmente quieres escribir son tus historias más personales, te recomendamos el taller «Perseguir la memoria: cómo escribir ‘tú’ historia».
Mariana Enriquez gana el Premio José Donoso 2024
El prestigioso Premio Iberoamericano de las Letras José Donoso, uno de los más reconocidos de la literatura contemporánea en español, se otorga cada agosto en Chile, país natal del célebre escritor que le da nombre. Cada año, la Universidad de Talca y el Banco Santander convocan a un jurado de 5 críticos para reconocer la obra de un escritor o escritora de la escena literaria en español y portugués. En la edición 2024 la galardonada fue la escritora Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973), “por la relevancia y significación de su obra en el ámbito de la literatura contemporánea”, según el veredicto del jurado.
La premiación incluye un diploma, una medalla y 50.000 dólares.
Desde su primera edición, en 2001, cuatro argentinos han recibido este premio: Beatriz Sarlo (2002), Ricardo Piglia (2005), Samanta Schweblin (2021) y Mariana Enriquez (2024).
Periodista: Enrique Raúl Vivas Pino
CNP: 15.730