Una palabra amable puede levantar el ánimo de alguien, pero una crítica destructiva siembra semillas de dolor, ¡y aún más cuando viene de esa persona que queremos o admiramos!
Miguel nos cuenta de eso que le dices a alguien es altamente poderoso porque puede convertirse en su realidad y esto me recuerda al efecto Pigmalión.
Te daré una clase breve:
Se trata de la influencia que una persona puede tener sobre otra, basada en la imagen que tiene de ella. Por ejemplo, si a ese niño desde pequeño, en casa le repiten todos los días que es un flojo. Cada vez que saque una mala calificación se acordará que ¡por supuesto, él es un flojo! Se lo terminará creyendo.
También pasa mucho en las empresas. Si el gerente no apuesta a ese colaborador y constantemente le demuestra que no confía en él porque no sabe lo que hace, es un mediocre, no está preparado lo suficiente… le va a generar, primero una profunda herida emocional y segundo, va a condicionarlo, hasta creerse que eso es verdad.
ESTO NACE DE LA MITOLOGÍA GRIEGA…
¡Sí! El efecto Pigmalión cuenta la leyenda que cuando un rey de Chipre encontró serias dificultades para enamorarse de una mujer, pues ninguna le parecía perfecta a su juicio. El escultor llamado Pigmalión, decidió realizar una escultura de marfil a la que llamaría Galatea.
Tal fue el amor que este rey le profesó por su perfección, que pidió a Venus que la convirtiese en una mujer de verdad. Con este mito queda reflejado que tanto quiso creer que la escultura estaba viva que finalmente consiguió que así fuese.
¿Te das cuenta?
¡Pero no todo es malo! Si hacemos un balance de aquellas personas que han formado parte de nuestras vidas y cómo sus creencias sobre nosotros nos han afectado, nos daremos cuenta que el efecto Pigmalión también puede tener repercusiones positivas.
Yo conozco un caso real, que siempre lo cuento en mi conferencia “Alerta, cuidado con lo que dices”. Se trata de una empresa que una vez me contrató para dictarle una serie de capacitaciones. Antes de comenzar, el director se me acerca y me dice que tenían un colaborador que se desempeñaba como mensajero, era muy proactivo, elocuente, simpático y de verdad le gustaría incluirlo en los talleres porque en él veía futuro.
Tiempo después, me encuentro con este director y me cuenta con estusiamo:
“Miguel, adivina… ¿te acuerdas de aquel mensajero que te conté? Pues, ahora es vendedor de la empresa y es DE LOS MEJORES”
Así que:
- Evitemos los prejuicios, mejor escucha al otro
- Cuida tus palabras. Normalmente cuando estamos demasiado molestos, hablamos sin razonar y vienen los probelmas. Entonces, trabaja en esa fortaleza mental
- Sé empático.
Miguel pregunta: ¿Ya conocías este concepto?
Periodista: Enrique Raúl Vivas Pino
CNP: 15.730