Cada 13 de septiembre la Iglesia Católica celebra a San Juan Crisóstomo (347-407), patriarca de Constantinopla, Padre y Doctor de la Iglesia, patrono de los predican el Evangelio.
‘Boca de oro’
El apelativo “crisóstomo” empezó a usarse para hablar de Juan de Antioquía -nombre con el que se le conocía al santo- aproximadamente un siglo después de su muerte, como un reconocimiento a su elocuencia, a la belleza y profundidad de su predicación, y a la potencia retórica de sus escritos.
“Crisóstomo” puede traducirse como “boca de oro” (yuxtaposición de dos términos griegos: chrysós, ‘oro’, y stoma, ‘boca’). San Juan de Antioquía fue obispo (patriarca) de Constantinopla y es considerado uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia de Oriente. Al mismo tiempo, se le ha reconocido habitualmente como uno de los más excelsos oradores de todos los tiempos.
Pastor recto y solidario
San Juan Crisóstomo nació en Antioquía en el año 347, y se bautizó a los 23 años.
Después de haber vivido como eremita, en el silencio contemplativo, fue ordenado sacerdote, y empezó a hacerse conocido por sus sermones.
Animado por la buena reputación de Juan, Arcadio -emperador romano de Oriente- solicitó a Teófilo, Patriarca de Alejandría, que lo nombrara obispo de Constantinopla. Como pastor se dedicó a enseñar la recta doctrina, con el celo y cuidado debidos, al tiempo que criticó duramente las formas judaizantes del cristianismo, así como los lujos e indiferencia de los emperadores frente a los pobres. Se deshizo de bienes superfluos adquiridos irresponsablemente por algunos miembros de la Iglesia, y con las riquezas obtenidas atendió las necesidades de muchos postergados.
Exigió vestir con sencillez a los sacerdotes y monjes, así como comer con moderación; pidió recato a las mujeres y, a todos, piedad dentro de los templos. Asimismo, se preocupó por la formación catequética de los fieles.
Protector de los pobres, las mujeres y las familias
Recordaba el Papa Benedicto XVI en audiencia general del 26 de septiembre de 2007:
“Por su solicitud en favor de los pobres, San Juan fue llamado también ‘el limosnero’. Como administrador atento logró crear instituciones caritativas muy apreciadas. Su espíritu emprendedor en los diferentes campos hizo que algunos lo vieran como un peligroso rival…
… Sin embargo, como verdadero pastor, trató a todos de manera cordial y paterna. En particular, evidenció un profundo respeto a la mujer y dedicaba una atención especial al matrimonio y a la familia. Invitaba a los fieles a participar en la vida litúrgica, que hizo espléndida y atractiva con creatividad genial”.
La firme actitud de Crisóstomo y su celo pastoral le causaron roces con gente influyente e incomprensiones entre los propios cristianos. Es verdad que se hizo de enemigos poderosos -entre los que estuvo Eudoxia, esposa del emperador Arcadio-, pero fundamentalmente del cariño y el respeto del pueblo cristiano. Vivió sus últimos días en el destierro y murió el 14 de septiembre de 407. Quienes lo acompañaron en su agonía testificaron sus últimas palabras: “Sea dada gloria a Dios por todo”.
Un mensaje para el sacerdote de hoy: “¡Tu servicio es el más grande!”
Dijo San Juan Crisóstomo:
“Si te encuentras en el camino con un sacerdote y un ángel, ve a besar la mano del sacerdote, ya que los ángeles, aunque quieren ser capaces de administrar el Sacramento de la Eucaristía, no pueden; ya que esto es propio sólo de seres humanos”.
Querido San Juan Crisóstomo, ¡ruega por nosotros! ¡Intercede por todos tus hijos sacerdotes!
Periodista: Enrique Raúl Vivas Pino
CNP: 15.730