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Liderar cuando todo duele

Te lo digo sin anestesia: liderar una organización en tiempos de caos personal es un acto de valentía. Lo desafiante está en lo humano. En ti. En los otros. En los equipos que, aunque no lo digan en voz alta, están resistiendo por dentro. Porque cuando una empresa tiene su liderazgo en caos, lo que realmente está cambiando no son los procesos, ni los sistemas, ni siquiera los productos. Son las personas.

Y ahí estás tú, tratando de liderar en medio del caos. Con estrés, con metas que no esperan, con gente agotada, confundida, asustada. A veces tú también estás así.

Pero como gerente, como líder, como cabeza de un área, no puedes darte el lujo de frenar. Aún así, sientes que algo no cuadra. Que la productividad está bajando, que los equipos están perdiendo motivación, que cada reunión parece más un campo de batalla emocional que un espacio de colaboración.

Déjame decirte algo que tal vez nadie se atreve a decirte en el mundo corporativo: 

No pasa nada si te duele. No pasa nada si tienes miedo. No pasa nada si no sabes por dónde empezar. 

Lo que sí pasa es cuando eliges no mirar. Cuando, desde tu rol de liderazgo, decides hacer como si nada pasara. Y eso, justamente, es lo que más está afectando a tu organización.

Deja de escapar

Sabes bien de lo que hablo. Has sentido esa tentación de aplazar decisiones, de mantenerte en la superficie, de seguir funcionando en automático. No es que seas irresponsable. Es que eres humano. Y como humano, muchas veces adoptas una actitud escapista frente a lo que te duele o te incomoda. Porque duele ver que tu equipo no responde como antes. Duele ver que hay resistencia al cambio. Duele sentir que el ambiente está tenso y que el estrés es parte de la rutina.

Pero cuanto más evitas mirar de frente esa realidad, más peso le das. Cada conversación pendiente, cada decisión postergada, cada feedback que no te atreves a dar por “no generar conflicto”, es una herida que se hace más profunda. Y no solo para ti, también para quienes lideras. En lugar de avanzar, la empresa se paraliza. El miedo se contagia. Y lo humano eso que tanto valoramos en los discursos empieza a doler.

¿Qué se necesita de ti?

Que seas capaz de quedarte en el lugar incómodo. Que no escapes. Que abraces tu propio miedo como una señal de que hay algo importante que debes transformar. Porque cuando huyes de lo incómodo, también estás huyendo de tu posibilidad de crecer como líder.

Tus defectos no te hacen menos líder

Vivimos en una cultura organizacional que premia la perfección: el líder que todo lo sabe, que no duda, que resuelve rápido, que siempre es fuerte. Pero tú sabes que eso no es verdad. Tú sabes que, muchas veces, lideras con dudas. Hay días en que te preguntas si estás haciendo lo correcto. Que hay emociones que te cuesta gestionar, y que tus defectos a veces se asoman cuando menos lo esperas.

¿Y sabes qué? Está bien. No necesitas esconderlos.

Tus defectos no te invalidan, te revelan. Te muestran el camino que todavía puedes recorrer. Porque detrás de cada uno de ellos hay una virtud esperando ser cultivada.

  • Tu ignorancia te recuerda que puedes aprender.
  • Tu impaciencia te invita a cultivar la serenidad.
  • Tu necesidad de control puede convertirse en confianza en tu equipo.
  • Tu rigidez te está pidiendo que seas más flexible.
  • Tu ego, que tanto te molesta a veces, solo quiere proteger tu autoestima.

Cuando te atreves a mirar tus defectos sin juzgarlos, sin esconderlos, comienzas a entender la verdadera raíz del liderazgo: la transformación empieza por ti. Y eso es profundamente liberador.

La nueva triada del liderazgo

La transformación que vive el mundo en muchísimos ámbitos es una oportunidad brutal (y maravillosa) para repensar el liderazgo desde lo humano. Pero esto solo es posible si tú, como líder, íntegras tres dimensiones que no pueden seguir separadas: la tecnología, la humanidad y el aprendizaje.

Tecnología sin humanidad es deshumanización.
Humanidad sin tecnología es obsolescencia.
Y ambas, sin aprendizaje, son solo un espejismo de cambio.

Hoy, más que nunca, necesitas entender que liderar no es controlar, es acompañar. Que tu rol no es tener todas las respuestas, sino generar las preguntas adecuadas. Que tu misión no es mantener el status quo, sino crear las condiciones para que otros también se atrevan a transformarse.

Y esto implica aceptar que muchas personas de tu equipo están en modo “evasión”. Que están atrapadas en su miedo, en su ansiedad, en su resistencia. No porque no quieran cambiar, sino porque no saben cómo. Necesitan guía. Necesitan contención. Necesitan líderes que se atrevan a hablar de emociones, que reconozcan la dificultad, que modelen la vulnerabilidad como una forma de fortaleza.

¿Qué puedes hacer tú, hoy, desde tu liderazgo?

No tienes que hacer un plan estratégico de 90 páginas. Ni contratar una consultora. Ni hacer un MBA en transformación. Empieza por lo sencillo (pero no simple), por lo humano, por el día a día. 

  • Hazte cargo de lo que estás evitando. Hay algo que sabes que debes enfrentar, pero sigues postergando. Hazlo hoy, da el paso, ya que esto sea una conversación o una decisión.
  • Mira tus defectos con compasión. No como errores a ocultar, sino como señales de hacia dónde puedes crecer.
  • Escucha a tu equipo con presencia. Pregúntales ¿Cómo verdaderamente  están? ¿Qué les duele? ¿Qué temen? ¿Qué sueñan? Y escucha de verdad, sin corregir, sin juzgar, sin resolver de inmediato.
  • Integra la tecnología desde la empatía. Cada herramienta digital que implementas tiene un impacto humano. No lo ignores.
  • Crea una cultura de aprendizaje continuo. Que tus equipos no solo aprendan nuevas habilidades técnicas, sino que también desarrollen inteligencia emocional, resiliencia, pensamiento crítico.
  • Celebra lo que sí se está logrando. En medio del caos, también hay avances. También hay esfuerzo. No todo está mal o roto, no topo puede ser  crisis, también se puede premiar el proceso y las distintas maneras de intentar el logro.

El arte de no escapar y abrazar tu humanidad

Cuando decides dejar de escapar y te atreves a mirar dentro de ti, empiezas a liderar con más profundidad. No desde el deber, sino desde el sentido. No desde la exigencia, sino desde el propósito. Y ese tipo de liderazgo no solo transforma empresas. Transforma vidas.

En este momento, las organizaciones no necesitan más líderes técnicos. Necesitan líderes humanos. Que se atrevan a vivir el proceso que exigen los demás. Que puedan sostener la incertidumbre sin perder la esperanza. Que se paren frente al miedo, no para negarlo, sino para caminar junto a él.

Porque al final del día, liderar no se trata de controlar a otros, sino de inspirarlos a que también dejen de escapar de sí mismos. Y eso sólo puedes lograrlo si primero, tú, haces ese viaje.

Tu equipo no necesita que seas perfecto. Necesita que seas humano. Que los mires a los ojos, que reconozcas el momento difícil, y que, a pesar de todo, sigas creyendo en la posibilidad de transformarse.

La transformación digital es inevitable, y la transformación humana, en cambio, es una decisión, y esa decisión empieza contigo.

¿Estás listo para liderar desde ahí?

Periodista: Enrique Raúl Vivas Pino

CNP: 15.730

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Soy Comunicador Social egresado de la UCSAR Mención Comunicación Organizacional