Hoy celebramos a Santa Josefina Bakhita, la “Madre Morena”, ícono del catolicismo africano


Cada 8 de febrero celebramos la fiesta de Santa Josefina Bakhita, religiosa africana conocida como la “Madre moretta” [Madre morena], en alusión al color de su piel. Ella nació en Darfur (Sudán) y se nacionalizó italiana.
Josefina vivió en carne propia los horrores de la esclavitud durante gran parte de su vida. El nombre “Bakhita”, que quiere decir ‘afortunada’ en árabe, se lo pusieron quienes traficaron con ella cuando tenía entre 7 o 9 años, mientras que “Giuseppina”, Josefina, lo recibió doce años más tarde, al momento de ser bautizada.
“Si volviese a encontrar a aquellos negreros que me raptaron y torturaron, me arrodillaría para besar sus manos porque, si no hubiese sucedido esto, ahora no sería cristiana y religiosa”, afirma Josefina en uno de los impactantes testimonios recogidos en su biografía. Estas palabras hoy, de alguna manera, se han convertido en la carta de presentación que identifica la belleza de su espíritu y la grandeza de su corazón. Santa Josefina es un ícono de la historia del cristianismo en África.
“Viví una vida muy feliz y despreocupada, sin saber qué era el sufrimiento”
Sus orígenes no son del todo claros, pero probablemente nació en Olgossa, un pueblo de Darfur (Sudán), alrededor de 1869. Lamentablemente, Josefina no sabía a ciencia cierta dónde y cuándo nació; como tampoco recordaba con seguridad el nombre que le pusieron al nacer. Guardaba, sí, recuerdos de la etapa previa a su secuestro y posterior venta como esclava: “Viví una vida muy feliz y despreocupada, sin saber qué era el sufrimiento”.
Bakhita vivió con sus padres y hermanos hasta el día en que unos negreros árabes la secuestraron en el bosque. La llevaron a una ciudad llamada El-Obeid, donde fue vendida. El hombre que la compró ese día sería el primero de un total de cinco “amos” que la tuvieron a lo largo de su vida.
Uno de esos cinco hombres -su cuarto “amo”- fue particularmente cruel. Con él sufrió las peores humillaciones y maltratos cuando tenía solo unos 13 años. Aquel hombre la mandó tatuar -”ejercicio” por el que le realizaron ciento catorce incisiones en la piel que, para evitar infecciones posteriores, fueron “curadas” con sal a lo largo de un mes- y la trató como hoy ya no es posible siquiera tratar a un animal. Bakhita señaló alguna vez: “Sentía que iba a morir en cualquier momento, en especial cuando me colocaban la sal”.
Rumbo a Italia
En 1884 Josefina llegó a Italia acompañando al que fue su quinto amo y a un amigo de este, Augusto Michieli. Michieli se convertiría en su sexto y último “dueño”, tras llevarla a su casa en condición de sirvienta, pues en Italia estaba prohibida la esclavitud.
Bakhita trabajó de niñera en casa de los Michieli y entabló una cercana amistad con una de las hijas de la familia llamada Minnina. Años más tarde, ambas se harían religiosas en Venecia. Fue gracias a la generosidad de la familia Michieli como Bakhita conoció a Dios y aprendió que “Él había permanecido en su corazón siempre”, aún en los momentos de mayor dolor, y que Él le había dado fuerzas para poder soportar tanto maltrato. Por eso, Josefina solía completar la frase anterior con una otra contundente afirmación: “… Pero recién en ese momento sabía quién era (Él)”.
La libertad que Dios da
El 9 de enero de 1890 la santa recibió el bautismo, la primera comunión y la confirmación. Desde ese momento tomó el nombre cristiano de “Josefina Margarita Afortunada”. La futura religiosa africana decidió permanecer en Italia, donde se sentía más segura, lejos del peligro de volver a ser esclavizada, y donde había conocido a quien estuvo esperando toda su vida: Jesús de Nazaret. Junto a Minnina ingresó al noviciado del Instituto de las Hermanas de la Caridad en Venecia, y se convertiría, años más adelante, en una integrante más de la orden a los 38 años de edad, el 7 de diciembre de 1893.
En 1902 fue enviada a Venecia. En esa ciudad trabajó limpiando, cocinando y cuidando de los pobres. Sin hacer algo “extraordinario” -como un portento o milagro- Bakhita se ganó la fama de santa. Siempre modesta y humilde, mantuvo una fe firme, haciendo de su vida cotidiana algo extraordinario, una bella ofrenda para Dios.
Hermana universal
Por su espiritualidad, cercanía y fuerza ante la adversidad, San Juan Pablo II la llamó “hermana universal” (Homilía de la Beatificación, 17 de mayo de 1992). Bakhita falleció el 8 de febrero de 1947 en Schio, al norte de Italia, congregando a miles de personas durante su funeral.
En 1978 fue declarada “Venerable”, y San Juan Pablo II la beatificó el 17 de mayo de 1992, decretando que su fiesta sea celebrada cada 8 de febrero. Durante la homilía de la ceremonia de beatificación, el Pontífice afirmó: “En nuestro tiempo, en el que la carrera desenfrenada por el poder, el dinero y el disfrute causa tanta desconfianza, violencia y soledad, el Señor nos devuelve a la hermana Bakhita como hermana universal, para que nos revele el secreto de la felicidad más verdadera: las Bienaventuranzas”.
Sería el mismo San Juan Pablo II quien la canonizaría el año 2000, durante el Jubileo por el segundo milenio, como una forma de honrar al pueblo africano y a todos los cristianos, hombres y mujeres que sufrieron la esclavitud a lo largo de la historia.
Benedicto XVI: la esperanza de una santa africana
El año 2007, el Papa Benedicto XVI utilizó el ejemplo de vida de Santa Josefina Bakhita en su encíclica Spe Salvi [En esperanza fuimos salvados], para recordar cuál es el sentido de la esperanza.
“Bakhita (…) solo había conocido dueños que la despreciaban y maltrataban o, en el mejor de los casos, la consideraban una esclava útil. Ahora, por el contrario, oía decir que había un ‘Paron’ por encima de todos los dueños, el Señor de todos los señores, y que este Señor es bueno, la bondad en persona. Se enteró de que este Señor también la conocía, que la había creado también a ella; más aún, que la quería. También ella era amada, y precisamente por el ‘Paron’ supremo, ante el cual todos los demás no son más que míseros siervos. Ella era conocida y amada, y era esperada…”.
“Incluso más -continua el Papa-: este Dueño había afrontado personalmente el destino de ser maltratado y ahora la esperaba ‘a la derecha de Dios Padre’. En este momento tuvo ‘esperanza’; no solo la pequeña esperanza de encontrar dueños menos crueles, sino la gran esperanza: yo soy definitivamente amada, suceda lo que suceda; este gran Amor me espera. Por eso mi vida es hermosa”.
Benedicto XVI subrayaba además que “a través del conocimiento de esta esperanza ella fue ‘redimida’, ya no se sentía esclava, sino hija libre de Dios. Entendió lo que Pablo quería decir cuando recordó a los Efesios que antes estaban en el mundo sin esperanza y sin Dios; sin esperanza porque estaban sin Dios”.
Biografía de Santa Josefina Bakhita
No se conocen datos exactos sobre su vida, se dice que podría ser del pueblo de Olgossa en Darfur, y que 1869 podría ser el año de su nacimiento. Creció junto con sus padres, tres hermanos y dos hermanas, una de ellas su gemela.
La captura de su hermana por unos negreros que llegaron al pueblo de Olgossa, marcó mucho en el resto de la vida de Bakhita, tanto así que más adelante en su biografía escribiría: “Recuerdo cuánto lloró mamá y cuánto lloramos todos”.
En su biografía Bakhita cuenta su propia experiencia al encontrarse con los buscadores de esclavos. “Cuando aproximadamente tenía nueve años, paseaba con una amiga por el campo y vimos de pronto aparecer a dos extranjeros, de los cuales uno le dijo a mi amiga: ‘Deja a la niña pequeña ir al bosque a buscarme alguna fruta. Mientras, tú puedes continuar tu camino, te alcanzaremos dentro de poco’. El objetivo de ellos era capturarme, por lo que tenían que alejar a mi amiga para que no pudiera dar la alarma.
Sin sospechar nada obedecí, como siempre hacia. Cuando estaba en el bosque, me percate que las dos personas estaban detrás de mí, y fue cuando uno de ellos me agarró fuertemente y el otro sacó un cuchillo con el cual me amenazó diciéndome: ‘Si gritas, morirás! Síguenos!'”.
Los mismos secuestradores fueron quienes le pusieron Bakhita al ver su especial carisma.
Luego de ser capturada, Bakhita fue llevada a la ciudad de El Obeid, donde fue vendida a cinco distintos amos en el mercado de esclavos.
Nunca consiguió escapar, a pesar de intentarlo varias veces. Con quien más sufrió de humillaciones y torturas fue con su cuarto amo, cuando tenía más o menos 13 años. Fue tatuada, le realizaron 114 incisiones y para evitar infecciones le colocaron sal durante un mes. “Sentía que iba a morir en cualquier momento, en especial cuando me colocaban la sal”, cuenta en su biografía.
El comerciante italiano Calixto Leganini compró a Bakhita por quinta vez en 1882, y fue así que por primera vez Bakhita era tratada bien.
“Esta vez fui realmente afortunada – escribe Bakhita – porque el nuevo patrón era un hombre bueno y me gustaba. No fui maltratada ni humillada, algo que me parecía completamente irreal, pudiendo llegar incluso a sentirme en paz y tranquilidad”.
En 1884 Leganini se vio en la obligación de dejar Jartum, tras la llegada de tropas Mahdis. Bakhita se negó a dejar a su amo, y consiguió viajar con él y su amigo Augusto Michieli, a Italia.
La esposa de Michieli los esperaba en Italia, y sabiendo la llegado de varios esclavos, exigió uno, dándosele a Bakhita. Con su nueva familia, Bakhita trabajo de niñera y amiga de Minnina, hija de los Michieli.
En 1888 cuando la familia Michieli compró un hotel en Suakin y se trasladaron para allá, Bakhita decidió quedarse en Italia.
Bakhita y Minnina ingresaron al noviciado del Instituto de las Hermanas de la Caridad en Venecia, tras ser aconsejadas por las hermanas. Esta congregación fue fundada en 1808 con el nombre de Instituto de las Hermanas de la Caridad en Venecia, pero son más conocidas como Hermanas de Canossa.
Recién en el Instituto, Bakhita conoció al Dios de los cristianos y fue así como supo que “Dios había permanecido en su corazón” y le había dado fuerzas para poder soportar la esclavitud, “pero recién en ese momento sabía quién era”. Recibió el bautismo, primera comunión y confirmación al mismo tiempo, el 9 de enero de 1890, por el Cardenal de Venecia. En este momento, tomó el nombre cristiano de Josefina Margarita Afortunada.
“¡Aquí llego a convertirme en una de las hijas de Dios!”, fue lo que manifestó en el momento de ser bautizada, pues se dice que no sabía cómo expresar su gozo. Ella misma cuenta en su biografía que mientras estuvo en el Instituto conoció cada día más a Dios, “que me ha traído hasta aquí de esta extraña forma”.
La Señora de Michieli volvió de Sudán a llevarse a Bakhita y a su hija, pero con un gran coraje, Bakhita se negó a ir y prefirió quedarse con las Hermanas de Canossa. La esclavitud era ilegal en Italia, por lo que la señora de Michieli no pudo forzar a Bakhita, y es así que permaneció en el Instituto y su vocación la llevó a convertirse en una de las Hermanas de la Orden el 7 de diciembre de 1893, a los 38 años de edad.
Fue trasladada a Venecia en 1902, para trabajar limpiando, cocinando y cuidando a los más pobres. Nunca realizó milagros ni fenómenos sobrenaturales, pero obtuvo la reputación de ser santa. Siempre fue modesta y humilde, mantuvo una fe firme en su interior y cumplió siempre sus obligaciones diarias.
Algo que le costó demasiado trabajo fue escribir su autobiografía en 1910, la cual fue publicada en 1930. En 1929 se le ordena ir a Venecia a contar la historia de su vida. Luego de la publicación de sus memorias, se convirtió en un gran personaje, viajando por todo Italia dando conferencias y recolectando dinero para la orden.
La salud de Bakhita se fue debilitando hacia sus últimos años y tuvo que postrarse a una silla de ruedas, la cual no le impidió seguir viajando, aunque todo ese tiempo fue de dolor y enfermedad. Se dice que le decía la enfermera: “¡Por favor, desatadme las cadenas… es demasiado!”. Falleció el 8 de febrero de 1947 en Schio, siendo sus últimas palabras: “Madonna! Madonna!”
Miles de personas fueron a darle el último adiós, expresando así el respeto y admiración que sentían hacia ella. Fue velada por tres días, durante los cuales, cuenta la gente, sus articulaciones aún permanecían calientes y las madres cogían su mano para colocarla sobre la cabeza de sus hijos para que les otorgase la salvación. Su reputación como una santa se ha consolidado. Josefina ha sido recordada y respetada como Nostra Madre Moretta, en Schio.
Fue santificada por el pueblo, por lo que en 1959 la diócesis local comenzó las investigaciones para encontrarla venerable. Todo salió muy bien y fue así que el 1 de diciembre de 1978 fue declarada Venerable. Por tanto, el proceso para declararla santa empezó con gran auge y el 17 de mayo de 1992 fue beatificada por Juan Pablo II y se declaró día oficial de culto el 8 de febrero.
En la ceremonia de beatificación, el Santo Padre reconoció el gran hecho de que transmitiera el mensaje de reconciliación y misericordia.
Ella misma declaró un día: “Si volviese a encontrar a aquellos negreros que me raptaron y torturaron, me arrodillaría para besar sus manos porque, si no hubiese sucedido esto, ahora no sería cristiana y religiosa”.
S.S. Juan Pablo II la canonizó el 1 de octubre del 2000. Lo cual, para los católicos africanos es un gran símbolo que era necesario, para que así los cristianos y las mujeres africanas sean honradas por lo que sufrieron en momentos de esclavitud.
Verdaderamente, Bakhita es la santa africana y la historia de su vida es la historia de un continente, válida para los católicos, protestantes, musulmanes o seguidores de cualquier otro tipo de religión tradicional. Su espiritualidad y fuerza la han convertido en Nuestra Hermana Universal, como la llamó el Papa.
Oración a Santa Josefina Bakhita
Santa Josefina Bakhita, cuando niña, fuiste vendida como esclava
y tuviste que pasar indecibles dificultades y sufrimiento.
Una vez liberada de tu esclavitud física,
hallaste la verdadera redención en tu encuentro con Cristo y su Iglesia.
Oh, Santa Bakhita, ayuda a todos aquellos que
están atrapados en la esclavitud;
en nombre de ellos, intercede ante Dios
para que sean liberados de las cadenas de su cautiverio.
Que Dios libere a todo aquel que ha sido
esclavizado por el hombre.
Bríndales alivio a los que sobreviven la esclavitud
y permite que ellos Le vean como modelo de fe y esperanza.
Ayuda a todos los sobrevivientes para que
encuentren la sanación de sus heridas.
Te suplicamos orar e interceder por los que se
encuentran esclavizados entre nosotros.
Amen
Oración a Santa Josefina Bakhita para peticiones desesperadas
¡Oh Dios, Padre de misericordia!,
que liberas a los oprimidos
y consuelas a los necesitados,
padre bondadoso que nos diste
a Santa Josefina Bakhita
como hermana universal y modelo evangélico
de fidelidad sencilla y de activa caridad,
y la enriqueciste con tantos dones y virtudes
y dotaste de tan fuerte y profunda fe
que ninguno de los tantos obstáculos
que encontró en su camino lograron abatirla
y nos dejó un noble ejemplo de santidad
enseñándonos que la virtud y la perfección
están al alcance de todos,
danos también a nosotros
creer y amar según nos enseña el Evangelio.
Padre escucha la oración de todo el que invoca con fe
la intercesión de santa Josefina Bakhita,
y concédenos por su mediación
solución para lo que hoy nos desespera y oprime el corazón:
(pedir lo que se quiere conseguir).
Santa Josefina, tú que encontraste a nuestro Señor
y no te cesabas de decir:
“… He dado todo a mi Señor:
El cuidará de mi…”
…“María me protegía antes que yo la conociese!…”,
ruega por nosotros y lleva nuestras suplicas ante Ellos,
pídeles que nos cuiden en nuestras dificultades y carencias,
que nos ayuden en nuestros fracasos y desgracias,
y que crezcamos en su amor
y en el amor de todos nuestros hermanos,
sin distinción de sexo, edad, raza, color, ni condición social
y que nos otorguen la gracia de un corazón
misericordioso como el tuyo,
un corazón tan grande que sea capaz de perdonar
aún a quien le causo tanto daño,
un corazón capaz de vencer todo el mal
con la poderoso auxilio de la fuerza del bien.
¡Santa Bakhita, ruega por nosotros!
Así sea.
Bakhita, que significa “afortunada”, es el nombre que se le puso cuando fue secuestrada, ya que por la fuerte impresión, nunca llegó a recordar su verdadero nombre. Josefina es el nombre que recibió en el bautismo.
Periodista: Enrique Raúl Vivas Pino
CNP: 15.730