Este icono arquitectónico y cultural data del siglo 19 en Venezuela
Hace 60 años, un 2 de diciembre el Teatro Municipal de Valencia fue declarado Monumento Histórico Nacional en consideración de su gran valor arquitectónico, realzado por el valor artístico de las pinturas de Antonio Herrera Toro como un plafón en el techo central de su autoría en el que honra a nombres clave del arte europeo.
Hoy por hoy, es considerado una de las más importantes edificaciones de su tipo en Venezuela, y se encuentra bajo el resguardo del Instituto Público Fundación (IPF) Teatro Municipal de Valencia, bajo la administración de la Alcaldía local, refieren diversos por tales web.
Este icono arquitectónico y cultural data del siglo 19 en Venezuela, y aglutina las tendencias artísticas de esa época.
Del mismo modo, este patrimonio tangible emula la Ópera Garnier, de París, cuya construcción data de 1894, bajo la gobernanza de Antonio Guzmán Blanco, promotor de la obra ante su simpatía por Francia.
De acuerdo con la detallada reseña de la organización Institutional Assets and Monuments of Venezuela (IAM Venezuela), para aquel entonces, en Carabobo gobernaba Hermógenes López también consentía la apertura de esta obra.
Trascendió que, el arquitecto Antonio Malaussena, fascinado por la simetría y la precisión de la arquitectura académica; y el pintor clásico Antonio Herrera Toro, quien venía de triunfar en los salones de París junto con Arturo Michelena, era el director de Edificios y Ornato de Poblaciones, refiere la fuente citada.
A este último se le encarga pintar el centro visual del recinto que a nadie deja indiferente: un enorme plafón de 18 metros de diámetro y desde el que cuelga una imponente lámpara de cristal tipo araña para iluminar la platea.
El “Ilustre Americano” como fue nombrado Guzmán Blanco, decreta la construcción de la obra en el terreno del antiguo Convento de San Buenaventura, con miras a inaugurarlo en el centenario del natalicio de El Libertador. A la par de replicar sus espacios y alrededores al modelo europeo. Tiempo después el presidente Joaquín Crespo inaugurara el inmueble.
El Teatro Municipal de Valencia (Carabobo) es un icono arquitectónico y cultural del siglo 19 en Venezuela, pues aglutina las tendencias artísticas de esa época. Un plafón pintado por Antonio Herrera Toro magnifica su techo central. Fue declarado monumento histórico nacional en 1964.
Nombre: Teatro Municipal de Valencia.
Año: 1894.
Tipo de patrimonio cultural: tangible/inmueble.
Administrador, custodio o responsable: Alcaldía de Valencia.
Historia
Todo estaba a punto para que se inaugurase en la capital carabobeña de 1894 una joya arquitectónica como el Teatro Municipal de Valencia. Un presidente como Antonio Guzmán Blanco, afrancesado, megalómano y civilizador que impulsó la obra; un gobernador del estado, Hermógenes López, que concedía en escuchar a todos; el arquitecto Antonio Malaussena, fascinado por la simetría y la precisión de la arquitectura académica; y el pintor clásico Antonio Herrera Toro, quien venía de triunfar en los salones de París junto con Arturo Michelena y era el director de Edificios y Ornato de Poblaciones.
A este último se le encarga pintar el centro visual del recinto que a nadie deja indiferente: un enorme plafón de 18 metros de diámetro en el que honró a nombres clave del arte europeo (también incluyó a Andrés Bello) y desde el que cuelga una imponente lámpara de cristal tipo araña, como para iluminar la platea desde lo más preclaro de la cultura occidental.
Corría el primer año del llamado quinquenio guzmancista (1879 – 1884) cuando el proclamado “Ilustre Americano” decreta la construcción de la magna obra en el terreno del antiguo Convento de San Buenaventura, con miras a inaugurarlo en el centenario del natalicio de El Libertador.
Guzmán Blanco, deslumbrado por el modelo europeo, quiso dejar la impronta de aquella estética en calles, plazas y teatros del país, por lo que la fachada de este espacio valenciano emula la del Teatro de la Ópera de París, y sus lados las del Teatro Imperial de Viena y el Teatro Real de Madrid.
Tras reponerse de los estragos de la Guerra Federal, Valencia era un hervidero cultural y emanaba la voluntad de nación que forjó a Venezuela en la segunda mitad del siglo XIX.
Así, dos años antes de que el presidente Joaquín Crespo inaugurara el inmueble, se había decretado también la creación de la Universidad de Carabobo, cuya Facultad de Derecho es contigua al teatro.
Ya la educación era gratuita y obligatoria por mandato presidencial de 1870; en las casas de familia, cuenta la investigadora Alecia Castillo, se leían los poemarios de Abigaíl Lozano (editados en París) y Poesías completas de Rafael Arvelo, mientras se celebraba la publicación de Peonía, “novela con la que el valenciano Manuel Vicente Romero García inicia el criollismo en la literatura venezolana”; había seis periódicos, uno de los cuales, el London Bazar, publicaba en cada número partituras musicales.
Para más gloria, la ciudad vitoreaba a los valencianos Arturo Michelena, al mismo Antonio Herrera Toro, y a la pianista Clotilde Maninat por sus premios internacionales. La dramática no se quedaba atrás, con numerosos montajes, zarzuelas y escenografías del mismo Michelena.
Solo faltaba un espacio idóneo para tanto afán de cultura de buena parte de las 30 000 almas que en la última década decimonónica habitaban la capital de Carabobo.
Y abrió sus puertas, luego de 15 años de haberse decretado, el Teatro Municipal de Valencia maravillando a todos con “la belleza de sus líneas”, como lo elogiara la prensa nacional de entonces.
Ese día de 1894, como señal de aquellos tiempos, el auditorio inaugural se dejaba envolver por el vals Auras valencianas, que una tal Ada Irritaren tocó aplicadamente en un concierto de piano.
Breve cronología necesaria
1879: Antonio Guzmán Blanco decreta la construcción del Teatro Municipal de Valencia.
1894: se inaugura tras las últimas reparaciones, sobre todo las requeridas tras el asalto y destrucción acometida por la Revolución Legalista de 1892. El general Joaquín Crespo lo entrega a la municipalidad de Valencia, por lo que es llamado Teatro Municipal de Valencia.
1950: después de 56 años de conciertos, zarzuelas, montajes y… descuido, se reinaugura tras un año de reparaciones y ampliaciones, como el cambio de entablados en pisos y de techos, la construcción de 12 nuevos camerinos y baños, reparación de las fachadas, dotación de un sistema contra incendios, y la clausura de algunas puertas y rosetones de las fachadas laterales. También estrena butacas importadas de España y la magnífica lámpara de cristal que sustituyó a la antigua.
1950-1978: se le instala un moderno sistema eléctrico y se le dota de aire acondicionado, además de mimos decorativos y mantenimiento general.
1964: es declarado Monumento Histórico Nacional, el 2 de diciembre de ese año debido a “su gran valor arquitectónico, realzado por el valor artístico de las pinturas del gran artista Antonio Herrera Toro».
1979: los ministerios de Obras Públicas (MOP) y de Desarrollo Urbano (Mindur) le encargan a la arquitecta Carmen Reyes aumentar el aforo y “modernizar” el teatro. Sobrevino el desastre: demolió techos, estructuras, escaleras, entrepisos, pisos y algunas paredes portantes, alterando profundamente la exquisita arquitectura original. Antonio Malaussena se revolvió en su tumba durante los ocho largos años de la afrenta.
1994: la alcaldía de Valencia y la gobernación del estado Carabobo conjuran el despropósito perpetrado entre 1979 y 1987, asignándole la restauración del formidable edificio al grupo Atiénzar Arquitectura e Ingeniería, que reivindica el proyecto de Malaussena con el empleo de materiales y técnicas originales.
1995: el auditorio puede disfrutar, con la acústica original del teatro, de un concierto de la Orquesta Sinfónica Carabobo, dirigido por el maestro José Calibrese el 24 de marzo, a propósito de la reinauguración del recinto tras su desagravio. El mismo concierto fue repetido al día siguiente, Día de Valencia.
2014: autoridades locales, una platea llena y 120 músicos de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Carabobo, dirigidos por el joven batuta Andrés Rivas, celebran el 1 de febrero la enésima reinauguración de su decimonónico recinto cultural con, entre otras piezas, el Concierto Nro 4 para corno y orquesta de Wolfgang Amadeus Mozart, la Sinfonía Nro 9. Nuestro mundo de Antonín Leopold Dvorak, y hasta el Alma llanera, de Pedro Elías Gutiérrez.
Con ese “majestuoso concierto lleno de alegría y solemnidad” la orquesta anima desde el escenario el júbilo valenciano tras la derogación del decreto 665 emitido por el presidente Nicolás Maduro en diciembre de 2013, con el que se atribuía al Ministerio de la Cultura la custodia, protección y administración de esta joya arquitectónica.
El alcalde de entonces Miguel Cocchiola (2013 – 2017) agradecía entonces al Gobierno nacional por “haber devuelto este espacio a los valencianos”, calificó ese sábado como “un día histórico” y prometió que en su gestión “el teatro no será un centro de actividades políticas, estará al servicio de la cultura y las manifestaciones artísticas como debe ser, no importa el estrato social, la condición o la ideología, este espacio no debe perder la esencia y la función con la que fue construido”.
Amén.
Descripción
El diseño del Teatro Municipal de Valencia, entre neoclásico y neobarroco, está basado en la estética Beaux-Arts del teatro de la Ópera Garnier, en París. En su estructura se utilizaron muros de ladrillo y mampostería, pero la parte central, con la cúpula de 18 metros de diámetro, está realizada en perfiles de hierro y columnas del mismo material que la sostienen, junto con la galería; igualmente de hierro son las escaleras y barandas ornamentales.
Posee dos salones: la Gran Sala, con 647 butacas (378 en el patio, 118 en el primer balcón y 151 en el segundo balcón) ante un escenario de 11 metros de ancho de boca, 7 metros de alto aforado y 12 metros de fondo; y la moderna Sala Mary Schwarzenberg, con una capacidad de 120 butacas, equipo de videobeam, pantalla, planta de sonido, monitores de audio y micrófonos.
Capítulo aparte constituye el plafón pintado por Antonio Herrera Toro, quien divide el círculo en tres áreas. Marian Caballero de Borges, en Antonio Herrera Toro, una visión temática de su obra, para Antonio Herrera Toro 1857-1914 final de un siglo, de la Galería de Artes Nacional, lo describe así:
“… del centro hacia fuera, en el primer gran círculo, aparecen medallones con retratos de figuras célebres de la música (Rossini, Beethoven, Meyerbeer, Auber), y la literatura (Shakespeare, Calderón, Molière, Goethe). En la siguiente franja circular se muestran en cuatro redondeles alegorías como la Comedia, la Tragedia, la Danza y la Poesía junto a otras que están en arcadas, de las cuales hemos identificado la Pintura y la Música. Lo particular de estas alegorías es que fueron representadas, en algunos casos, con niños junto a putti, y a través de una figura femenina como indicaba la tradición. Todas se hallan unidas por guirnaldas de frutas y flores. La pintura remata en una serie de arcos ojivales en cuyo centro destacan los nombres de Byron, Lope de Vega, Andrés Bello, Dumas, Breton, Gluck, Moratín, Goldoni, Larra y Donizetti; al final unos semicírculos crean la sensación de vanos por donde se asoman amorcillos, cestas de flores y frutas. En este conjunto domina la riqueza de detalles con un perfecto sentido del equilibrio y la elegancia”.
Curiosamente, Herrera Toro hace un cameo pionero en la obra, con la sombra de su autorretrato dentro de los semicírculos por donde se asoman amorcillos, cestas de flores y frutas y en uno de los extremos cercano al escenario.
Este magnífico plafón es una de las más importantes obras decorativas existentes en el país.
Valoración
El Teatro Municipal de Valencia es un icono arquitectónico y cultural del siglo 19 en Venezuela. No solo porque aglutina las tendencias artísticas de esa época, sino porque una obra pictórica de incalculable valor, el plafón de Herrera Toro, integra y magnifica su techo central.
Además de ser el testimonio material de un tiempo de efervescencia cultural de la ciudad, y el legado de un gobernante como Guzmán Blanco que, pese (o gracias) a sus ínfulas de grandeza, su manía europeísta y sus señalamientos administrativos, pensó en un proyecto de país. Y lo materializó.
Como Monumento Histórico Nacional desde 1964, su resguardo compete al Instituto de Patrimonio Cultural, IPC, mientras que su gestión administrativa corresponde al Instituto Público Fundación Teatro Municipal de Valencia, ente de la alcaldía de Valencia.
Situación actual
Tras numerosas reinauguraciones por trabajos de reparación, restauración y mantenimiento, el teatro ofrece espacios para obras, musicales, talleres, conferencias, foros, graduaciones, seminarios, congresos, exposiciones, entre otros eventos culturales y sociales, según el sitio web de la alcaldía de Valencia.
Edgar Núñez, presidente de la Fundación Teatro Municipal de Valencia informaba en 2015 que luego de diversas inversiones y mejoras en las instalaciones, la infraestructura “se encuentra en su mejor momento”, presentando obras y eventos todos los fines de semana.
Durante ese año fue escenario de más de 210 funciones, con unos 50 000 asistentes, y 6 000 artistas en escena. Había quedado atrás su sombrío capítulo como tribuna del activismo político durante la gestión del socialista Edgardo Parra (2008 – 2013, hoy (2017) procesado por corrupción), cuando –acusa Núñez- “solo se realizaban reuniones partidistas”.
Pese a la precariedad financiera del país, que afecta el municipio (el presupuesto de la municipalidad se redujo en 96,47 %: de unos 170 millones de dólares anuales, a 6 millones de dólares en la actualidad), en 2016 un moderno sistema de iluminación sustituyó el antiguo, que databa de los años 80. Y se rehabilitaron algunas instalaciones.
En cuanto a la joya de la corona… Núñez declaraba el 2 de septiembre de 2016 a Notitarde.com que esperaban respuesta del Instituto de Patrimonio Cultural de Venezuela para la restauración del plafón, solicitada a este organismo a finales de 2015.
Según el funcionario, esta pieza no recibe ninguna intervención desde la década del 70, por lo que “presenta signos de deterioro y desconches, a pesar de que esta parte del techo está impermeabilizada y cuenta con deshumidificador”.
El plafón, explicaba, es un techo falso elaborado en yeso, con un propósito estético y otro acústico. La lámpara de cristal que cuelga de su centro, de probable origen veneciano, se baja cada dos o tres meses para labores de limpieza y sustitución de bombillos.
En el mismo petitorio la alcaldía solicitó al IPC determinar los colores originales del inmueble. “Esto último implica un trabajo de arqueología, ya que existen dudas de que los actuales sean realmente los aplicados a la infraestructura por primera vez en su exterior”.
En esa oportunidad Nuñez también anunciaba que se haría la impermeabilización, por filtraciones y humedad, en el ala este del edificio contigua a la vieja Facultad de Derecho de la Universidad de Carabobo, así como la pintura externa del inmueble, respetando el cromatismo de la última restauración realizada en la gestión municipal del alcalde Francisco Cabrera Santos (1995 – 2008).
En cuanto a las salas sanitarias, admitía el funcionario, “no están en óptimas condiciones”, y no hay dinero para renovarlas.
A la fecha (julio de 2019), no sabe si ha respondido el IPC, ni si en efecto la municipalidad cumplió con las reparaciones que anunciaba en septiembre de 2016, a contracorriente de la devastación económica nacional.
Por lo pronto, inquieta el silencio digital del teatro. El último tuit de @TMValencia es del 5 de diciembre de 2016, anunciando su programación. El más reciente calendario de eventos publicado en su página, www.teatromunicipaldevalencia.gob.ve, data de 2015, al igual que el último post de su cuenta de Facebook.
Ojalá que este silencio se deba a que los trabajos se estén haciendo a la calladita para bien de la cultura y de la sociedad a la que sirve.
Ubicación
Calle Colombia, cruce de la calle Carabobo, en pleno centro de la ciudad de Valencia. Estado Carabobo.
Periodista: Enrique Raúl Vivas Pino
CNP: 15.730