Hoy celebramos 467 años de aquel 9 de octubre de 1557 cuando fue fundada la primera ciudad de la cordillera de los Andes venezolanos: la ciudad de Trujillo y Diego García de Paredes es el nombre de quien aludiendo a su ciudad natal en España nos daría el nombre que nos llena de tanto orgullo a todos los trujillanos. 33 años nos separan del medio milenio y se dice fácil pero significan sangre, sudor y lágrimas de muchas generaciones de las cuales algunas han marcado la dirección de la nación. Lo he dicho antes y lo afirmo una vez más: Trujillo, y sobre todo Trujillo Capital, es a la historia patria una necesidad, pasando por su fundación y capacidad de adaptabilidad y pragmatismo en sus múltiples mudanzas hasta su último asentamiento, por la participación clave en la historia de la Independencia de Venezuela, y por supuesto por los tantos hombres y mujeres que han tenido por cuna a nuestra ciudad capital.
Ya Trujillo no es esa “ciudad portátil” del pasado. A pesar de las crisis, a pesar de la diáspora, existe en buena parte de los trujillanos un arraigo a su ciudad que, sin embargo, no nos impide ver que es necesario apuntar hacia los retos que nos esperan como vecinos, como padres, como hijos, como trabajadores y, por supuesto, como venezolanos.
Tener una visión de un futuro bastante incierto puede resultar en un ejercicio lleno de esperanza o angustia, son dos caras de una misma moneda y por supuesto que ese sólo pensar a Trujillo Capital en unos años ha sido recurrente en mi cabeza desde hace algún tiempo. En mi experiencia como candidata a la alcaldía de nuestro municipio en el año 2021 tuve la fortuna de conocer la visión de grandes hombres y mujeres de nuestro municipio y también del estado, esos trujillanos preocupados y algunos ocupados de la capital con quienes compartí en decenas de reuniones o conversaciones informales, y mi conclusión siempre fue la misma: lo que debe ser el futuro de Trujillo es muy variopinto según con quién se hable, de su propio recorrido, de su estudio del pasado e historia y hasta de la edad y el genero del interlocutor, pero descubrí que al menos en la geografía del estado, la capital sigue sin dejarlos indiferentes. Existe la tensión de quien ama y no se siente correspondido por su tierra, los que tienen planes radicalmente innovadores y los que se aferran a la tradición, miradas utópicas y otras más realistas, y todas han ido alimentando mi visión propia.
Hace unos días en una de esas tantas conversaciones para comentar sobre Trujillo, le hablaba a un buen amigo sobre mi visión y las posibles alternativas para solventar algunos de los problemas que parecen ser invisibles para nuestros gobernantes. Volví al tiempo de mi candidatura y el plan de gobierno que llamamos “garra” —haciendo alusión al oso frontino que es tan nuestro— y que sigue tan vigente después de estos años. Desde lo más básico con los servicios públicos hasta la necesidad de una educación que enseñe a pensar y cuestionar la realidad y no una que obliga a repetir consignas o mensajes como ejes de las acciones que deben llevar a que Trujillo sea una capital no por un asunto administrativo o histórico sino por el peso de la ciudad en la vida del estado porque, desafortunadamente, siempre queda esa sensación de que la capital solo es capital en su cumpleaños y luego queda en el olvido, que hay recursos solo para las fiestas y no para el bienestar diario de los trujillanos. Porque el día a día de quienes recorremos sus calles está lleno de vistas claras de la falta de gestión, de cariño y de voluntad de honrar la memoria histórica de nuestra capital.
En la conversación antes citada, mi amigo me preguntaba: Eloina, ¿cuál es la capital de California? Luego de haberle nombrado unas 10 ciudades de las más de 100 que tiene en su inmenso territorio el estado de la unión americana, no di con la respuesta correcta, a lo que él me respondió: “es Sacramento, Eloina, la capital de California es Sacramento, y está muy bien que no lo sepas aunque conozcas la ciudad por su equipo de baloncesto profesional o alguna referencia similar, eso puede significar que entre otras cosas hace muy bien su papel de capital”. Tal afirmación generó en mí una búsqueda rápida de otros ejemplos como esos y es que aunque son muchas las ciudades capitales famosas, desarrolladas y pobladas, son muchas otras que han podido ajustarse a otros estándares en los que el reconocimiento no es el objetivo, sino la eficiencia, el liderazgo y el compromiso con el bienestar de sus ciudadanos, así como la salvaguarda del corazón de las instituciones.
Ciertamente Trujillo Capital, está a años luz de Sacramento en desarrollo, así como de Albany, la capital de Nueva York, o muchas otras grandes ciudades del mundo que no son capitales de sus países o sus estados como Bombay en la india, Toronto en Canadá, Sidney en Australia o Rio de Janeiro y Sao Paulo en Brasil, pero hay mucho de esas ciudades que podemos aprender y poner en práctica para ser la ciudad capital que nacimos para ser.
¿Por dónde podemos comenzar? Por tener la claridad sobre las posibilidades de futuro para una ciudad como la que hoy tenemos, que alberga en sus poco más de 410 mil kilómetros cuadrados de territorio unos 190 mil habitantes aproximadamente, con recursos naturales, humanos y turísticos que van desde las siembras de café hasta el cambur, desde el río Castán hasta el Páramo de Ortiz o de la Cristalina, desde La Plazuela al Monumento Mundial a La Paz, único en el mundo, y patrimonios culturales como la Muñeca de la Calenda, sólo por nombrar unas pocas de las múltiples bendiciones de esta tierra, que es adicionalmente la ciudad paz por excelencia y por su patrona la Virgen de La Paz, que también esta semana celebra aniversario de su coronación canónica.
Trujillo debe ajustarse a los nuevos tiempos y eso no significa construir rascacielos o transformarse en una ciudad futurista, pero sí en una ciudad autosustentable, una ciudad con conciencia ambiental y cultura práctica en temas como reciclaje y reutilización de recursos valiosos y cada vez más escasos como el agua. Tujillo debe ser una ciudad limpia e iluminada, llena de vida artística y deportiva en variedad, amable con todos sus habitantes y que ofrezca oportunidades para todos los grupos de nuestra población. Merecemos una ciudad que nos permita encontrar y encontrarnos a nosotros mismos y por supuesto que eso es una ciudad capital posible si todos ponemos de nuestra parte.
Trujillo Capital es una ciudad con mucha historia y pasado pero también mucho futuro y posibilidades de crecimiento y florecimiento en su camino a retomar por derecho propio el papel que puede y debe jugar en nuestro estado y también en Venezuela. Y esta es una tarea que debe estar por encima de ideologías e intereses partidistas porque cuando se tienen 467 años de historia hay un inmenso compromiso y el deber y la ilusión de que nuestros hijos y nietos sigan alimentando esta tradición.
Por eso mis palabras hoy son un llamado a cada uno de los trujillanos que amamos nuestra tierra, los que entendemos nuestra historia y acervo cultural y queremos ver y tener una ciudad capital que sea ejemplo nacional y por qué no, mundial, a recordar que así como se comienzan las grandes ideas es fundamental comenzar a reunir y sumar voluntades que tanto dentro como afuera de nuestras fronteras esperan por decir con auténtico orgullo: Yo soy de Trujillo Capital.
Periodista: Enrique Raúl Vivas Pino
CNP: 15.730