El 5 de noviembre, Sevilla y todo el orbe católico celebran la festividad de Santa Ángela de la Cruz, una fecha significativa para la Iglesia y la sociedad sevillanas en honor a esta santa, conocida por su dedicación a los pobres y marginados. Nacida el 30 de enero de 1846 junto a la iglesia de Santa Lucía, en el barrio de San Julián, Ángela Guerrero se convirtió en un símbolo de amor y servicio a los necesitados. Fundadora de las Hermanas de la Cruz, su obra es uno de los legados más perdurables de Sevilla.
El legado de Santa Ángela de la Cruz y la beatificación histórica de Juan Pablo II
La fecha del 5 de noviembre tiene una especial resonancia, ya que en 1982, en una multitudinaria celebración en Sevilla, el Papa Juan Pablo II la beatificó. Años más tarde, el 4 de mayo de 2003, también Juan Pablo II la canonizó en Madrid, otorgándole un lugar en los altares de la Iglesia Católica. Santa Ángela de la Cruz es hoy uno de los referentes de la santidad en tiempos modernos y un modelo de compasión y entrega hacia los más necesitados.
Vocación de servicio: el nacimiento de una comunidad para los pobres
Desde joven, Ángela mostró un carácter piadoso y caritativo, que la llevó a intentar ingresar en congregaciones como las Carmelitas Descalzas y las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Sin embargo, tras ser rechazada debido a su frágil salud, decidió seguir su vocación de forma independiente. Así surgió en 1875 la Compañía de la Cruz, que inició en una modesta habitación alquilada en la calle San Luis, donde Ángela y sus compañeras comenzaron a asistir a los pobres y enfermos.
La fundación de las Hermanas de la Cruz marcó el inicio de una obra dedicada a vivir en extrema pobreza y ayudar a los más desamparados. En 1876, durante una epidemia de viruela, las hermanas se entregaron a la atención de los enfermos y a cuidar de los niños huérfanos. El carisma de la orden, basado en la humildad y el servicio, rápidamente atrajo a jóvenes que deseaban unirse a la misión de Santa Ángela de la Cruz.
Una vida de sacrificio y amor en imitación de Cristo crucificado
Santa Ángela de la Cruz impuso una vida austera para sus hermanas, queriendo que ellas “imitaran en todo a Nuestro Señor en su vida oculta y penitente, en su pobreza y desnudez de todo lo terreno”. Dormían en tablas, comían de vigilia y, en ocasiones, se alimentaban de lo que otros les donaban. “Pobres de hecho y de deseo”, como afirmaba Ángela, servían con alegría a quienes más lo necesitaban. Durante su vida, fundó numerosas casas en toda España, permitiendo que el legado de ayuda y dedicación se expandiera.
En 1928, al cumplir con los requisitos de la congregación y dejar su puesto como madre general, Santa Ángela pidió vivir en la celda de una escalera y sirvió en la cocina hasta su muerte en 1932, reflejando su deseo de humildad y sencillez.
El legado de Santa Ángela de la Cruz y las Hermanas de la Cruz
La obra de Santa Ángela de la Cruz sigue viva en Sevilla y más allá, a través de las Hermanas de la Compañía de la Cruz, quienes continúan sirviendo con dedicación y discreción a los necesitados. En palabras de Gloria Gamito, biógrafa de la santa, Ángela “se vio crucificada frente a Jesucristo crucificado, sin olvidar a los pobres”. Su obra representa uno de los mayores legados de Sevilla al mundo, una labor incansable que mantiene vivo su espíritu y sus enseñanzas de humildad y amor por el prójimo.
En la festividad de Santa Ángela de la Cruz, Sevilla rinde homenaje a una de sus hijas más queridas y recordadas, cuyo ejemplo de vida sigue inspirando a todos aquellos que buscan un camino de compasión, servicio y humildad.
Periodista: Enrique Raúl Vivas Pino
CNP: 15.730